La soledad y la tristeza juegan y juegan entre ellas, desde el mediodía y por la tarde hasta no se sabe qué horas de la noche. Mientras, amasan y amasan sueños como quien los rompe, pero no los rompen.
Así hasta que logran dejarte dormida.
Entonces te suben al sueño que han estado
amasando y también te amasan a ti para que no pienses en ellas. Te aprietan y
sacuden como un bollo para llamarte, para que sientas tus propios latidos y
encuentres tus manos dormidas.
En el sueño, se mueven imperceptibles en el
silencio, para que empieces a escribirte a ti misma un mensaje que diga algo
así:
vuela torrente de luna desgajada,
vuela niña
y atropella esa mujer normal,
vuela niña
rompe la mujer rutinaria y pendenciera,
que no te sabe abrazar.
vuela niña
y sé infinita como la noche
vuela como un rayo de sol
pétalo de vida
¡vuela, vuela!
estrella del amanecer
¡déjate extrañar peregrina del silencio!
déjate amar brasita de alegría
vuela, vuela y vuela
La soledad y la tristeza amasaron toda la tarde, hasta bien entrada la noche, ese abismo de miradas cruzadas entre el interior oculto y la realidad, ese limbo de incertidumbre que se observa a través de un tenue velo salino que se antepone a los ojos. La soledad y la tristeza te amasaron con los sueños perdidos y por venir, para que no te fueras con el abismo ni el abismo se quedara dentro de ti.
…
Imagen de autor desconocido, tomada de la Red.