miércoles, 26 de septiembre de 2018

PIENSA EN EL OTRO


Hay días en los que es más lindo dar un beso que recibirlo. Abrazar a ser abrazado. Mirar al otro antes que a uno mismo. Porque hay días en los que pensar en el otro, también es una forma de pensar en uno mismo. Porque no siempre alterar y alborotar el ego es quererse en serio. Adularse sin sentido produce solo fascinación por algo que uno no es. Porque alentarse a luchar por un camino que se desconoce, no se eligió y no se sabe para qué se está ahí, es simplemente alegoría de la estupidez, eso que llaman “autoayuda”.  

Hay días que es mejor pensar en el otro. Hay días en los que pensar en el otro, es la mejor forma de llegar a uno mismo. Y si a ese otro no lo tienes  cerca, no importa. Piénsalo tanto, invócalo tanto, que al final lo llevarás puesto en el cuerpo por el resto del día.

Así es cuando se ama, quiere o desea al otro. Así pueden ser los días en los que uno no quiere que  todo sea  disperso, anodino, triste, deshilachado, hasta  terminar enredado en madeja de nada.
Piensa en el otro, piensa en besarlo y abrazarlo. Piensa y dale rienda suelta al sentimiento. Lárgate a la carrera a buscar ese otro que te hará bien.

(papeles de Diego Bugallo)
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Street art. Imagen de Buenos Aires

miércoles, 19 de septiembre de 2018

¡YO SOY!


La clave del poder la puedo resumir así
 ¡¡YO S OY!!
Dos palabras y el énfasis suficiente como para que te escuches. Si hace falta, entonces grítalo hasta que los pulmones parezcan un diapasón.
Si puedes creértelo, entonces habrás abandonado el anonimato al que te han condenado todos los que tienen poder. Habrás roto ese caparazón que se fue formando alrededor o encima tuyo. Porque quisiste, porque no quisiste y te lo fueron imponiendo con  frases y gestos generosos de un amor de cartón piedra. Por  la educación que recibiste, por transferencia de anonimato general en una sociedad que entiende que aplicar el Sentido Común es igual a la obediencia.
Por la razón que sea, no estás obligado y obligada a seguir asintiendo los mandatos del poder. Esas órdenes indoloras que grupos y personas se transmiten a diario bajo el argumento del amor infinito.
Ya puedes sacudirte todo eso. Descubrirás que no estás muerto o muerta, que has sobrevivido a todo eso. Pero es preciso que interiormente te repitas una y otra vez:
¡¡YO SOY!!
(papeles de diego bugallo)


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Imagen de autor desconocido tomada de Pinterest

viernes, 14 de septiembre de 2018

¡QUE SE ABRA LA PALABRA!


Que se abran las ventanas, se corran las cortinas,  se deje entrar la luz a todos los rincones de las casas. Que se abran las puertas de la biblioteca para dejar entrar a los palabristas. Que se los deje entrar para que llenen el aire de palabras, para que digan sus palabras, las canten, las reciten, las compartan.
Que todos los espacios se abran para dejar entrar a la palabra, para escuchar a los palabristas cargados de ritmos con palabras de aventuras, historias, sueños, desventuras, pesadillas, leyendas, y cuentos infinitos. Dejemos que los palabristas abran la palabra. Y con ella, dejemos que se abra nuestra vida hacia el mundo imaginado, intenso, agitado, expectante y abierto a todo lo que se pueda descubrir.
Abramos la vida y pongámosle palabras. Abramos la palabra y pongámosle vida.
Abramos nuestra imaginación, inventemos una historia y pongámosle palabras. Palabras simples, sencillas, austeras, de  belleza cotidiana. Sigamos a los palabristas, copiemos su entusiasmo, aprendamos su música y solo pidamos que cuando partan, nos dejen un puñado de palabras para poder imitarlos y sostenernos en los juegos de hoy y para siempre.


Este texto fue escrito para responder a una convocatoria de la Biblioteca Teresa Pérez de Santa Rosa (La Pampa) a escribir sobre la palabra. 





Imagen: antiguo afiche de fantasía abstracta en globo, tomada de Pinterest  

miércoles, 5 de septiembre de 2018

AQUÍ SOLO SE DEVALÚA LA VIDA Y EL PENSAMIENTO


En Argentina lo que se devalúa es el pensamiento, las ideas,  el respeto por el otro, la solidaridad, el patriotismo, el sentido de  grupo, el valor de la ciudadanía, las leyes, la constitución, el acuerdo básico de convivencia, la educación, el trabajo, el salario, la investigación, la cultura. En la Argentina de hoy, lo único que se devalúa de verdad es la vida y el pensamiento. Se trituran los esfuerzos que motorizan la esperanza y al futuro se le da una muerte canalla, por sorpresa y en la espalda.

El texto no pretende ser un  alegato, un canto desesperado, una denuncia desde la rabia. El texto es solo la descripción pormenorizada de los efectos que tienen en la sociedad, los desvaríos conscientes e inconscientes de los Señores del Poder.  Y los Señores del Poder no son una entelequia en la mecánica del razonamiento. Los Señores del Poder  son los dueños económicos de Argentina. Ellos y su personal administrativo. Ellos y su ejército de alcahuetes. Los Señores del Poder son los dueños y administradores únicos de la moral imperante y admitida como válida, como única.

La vida cotidiana de un argentino medio, promedio, normal y corriente, parece que se desarrolla dentro de un Archivo Histórico Nacional. Vive, muere,  revive, muere y vuelve a vivir los mismos sucesos y procesos desde el origen de los orígenes. Un argentino de hoy vive en el mismo escenario social, económico y político que sus padres, sus abuelos y bisabuelos. En las calles de las grandes urbes (Buenos Aires por ejemplo) se mantiene el ritmo agitado de lo cotidiano. Pero mentalmente la velocidad es de vértigo. Las decisiones políticas y económicas que condicionan su vida,  lo dejan en estado de shock.

No se recupera del primer golpe, que ya tiene frente a sí el segundo. Y antes que pueda sacudirse el dolor de los dos primeros, ya tiene en la nuca el tercero. Y el cuarto al abdomen. Y el quinto a la nariz. El argentino medio, corriente y normal de hoy, tiene el pensamiento herido, tal vez sangrando. Tiene el pensamiento desmayado por los golpes. El argentino de hoy no puede pensar. Porque los Señores del Poder lo han aplastado con normas y medidas sociales y económicas. Le han impuesto el miedo y la incertidumbre a las horas de su día. Han dejado su futuro entre paréntesis. Le han advertido que debe tener esperanza, está obligado a tener esperanza. Pero lo han remarcado que  no puede ser su esperanza, la de su familia, su grupo de pertenencia.  No puede ser la esperanza  que se cuece en el amor o la esperanza de sus hijos. Está obligado a tener esperanza en el éxito de los Señores del Poder. Esos que miran por el bien de todos, empezando por sí mismos. Esos que cuidan la moral y los valores de todos, empezando por imponer la propia a rajatabla y sin chistar.

El argentino de hoy lleva meses escuchando las noticias que antes – en otras décadas, en otro tiempo, con otros Señores del Poder – escucharon sus padres. Y antes ya habían escuchado sus abuelos y bisabuelos. Se les habla de trabajo digno, al tiempo que reciben  noticias de despidos. Se les habla de hacer esfuerzos económicos, al tiempo que se les van vaciando los bolsillos. Se les habla de nuevos rumbos y un nuevo país, al tiempo que las relaciones sociales y laborales retroceden en siglos. Se les habla y promete de todo, al tiempo que se van quedando sin nada.

Todas esas generaciones desde 1890 hasta hoy, han escuchado el mismo reclamo y el mismo pronóstico: “si somos capaces de unirnos, trabajar duro y con la mirada puesta en nuestro objetivo, en 20 años tendremos un nuevo país, una nueva sociedad”.  Los más longevos tienen el privilegio de escuchar el mensaje varias veces en su vida personal y laboral. Es el caso de mi padre, que empezó a trabajar a los 14 años y murió a los 92. Todos ellos,  todas esas generaciones, vivieron siempre en la promesa y el esfuerzo, jamás en los hechos y en la realización.

Los Señores del Poder nunca tuvieron más proyecto que un Discurso. Jamás se `propusieron construir nada. Prueba de ellos es que Argentina  entra en una profunda crisis cada 15 o 20 años. Es algo así como licuar, absorber o diluir el esfuerzo colectivo de una generación. A esos procesos agudos se los llama Crisis Económica  y tiene en la Devaluación  de la Moneda su expresión. Algo así como la fiebre que denota una infección en alguna parte del cuerpo. Tras siglo y medio de búsqueda, no se encuentra la infección ni sus causas. Todo indica que las verdaderas razones de la enfermedad son los Buscadores de las Causas, personajes afectados de un mal endémico del sistema: Son adictos a la acumulación del esfuerzo colectivo en beneficio propio.

En este perfeccionado sistema creado, ordenado, administrado y controlado por los Señores del Poder, las noticias (aún los chimentos o sobre todo) son parte fundamental del engranaje. Vuelan los informes sobre devaluación del peso, la gente recibe a diario decenas de consejos útiles para afrontar la crisis, recomendaciones diversas para proteger inversiones,  sugerencias para apuntalar el futuro, toneladas de breves inquietudes sobre qué hacer para no alterar la vida. Todo confluye en agudizar el panorama de crisis, al tiempo que se van desmantelando las principales estructuras de la sociedad. Esas estructuras que construyó la misma sociedad con  su esfuerzo, para beneficio de todos. Esas estructuras que garantizan que las personas puedan trabajar, estudiar, resolver sus problemas de salud, instruirse, investigar, pensar, planificar un futuro propio y tener esperanza. Pero no cualquier esperanza, sino la suya propia, la que fue capaz de imaginar y se siente capaz de construir. Porque ser  artífice del propio futuro, forma parte de tener esperanza.

Mientras a la sociedad se la mantiene ocupada con las noticias de Crisis y Cómo Salir de la Crisis, en realidad se la está llevando como un zombi a la peor de las crisis que una sociedad pueda tener. Esas crisis en donde sus miembros dejan de pensar, dejan de estudiar, se curan como pueden, se alimentan con lo que tienen a mano, no planifican más allá de siete días y el mejor futuro que pueden imaginar es el de tener fuerzas para seguir creyendo que algún día, tendrán futuro.

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Imagen de autor desconocido, tomada de Pinterest. Se atribuye a André Kertész, pero tengo mis dudas.

lunes, 3 de septiembre de 2018

SOLO TIENES QUE MIRAR HACIA ADENTRO.


Escuché una frase que me impactó y luego me sorprendió. Dijo: “un libro es un objeto, por el cual podemos escuchar a los que no están a través de la mirada”. ¡Claro! Dije, luego de pensar unos minutos. Cuando leo toda esa sucesión de signos no hago otra cosa más que imaginar voces. Entonces recordé, se puso en evidencia, que mientras leo les cambio la voz a los personajes. Incluso siento que el escritor me habla en un tono diferente.

En fin, pura imaginación que yo tenía reservada exclusivamente a las imágenes. Siento el sonido del mar “En la costa de Valencia” y el aire fresco en “Regreso de pesca”, ambos de Joaquín Sorolla. Es muy fuerte esa sensación, porque las obras están en el Museo de Bellas de Buenos Aires, en una sala poco iluminada y un entorno radicalmente opuesto a un ámbito natural.

Recordé entonces que con el personaje de Nick Adams, en los relatos de Hemingway, yo tenía un trato casi de amigos. Y en cierto modo, alguna vez creí que me podía parecer al personaje de “Adiós a las armas” o quizá creía que me iba a enamorar como él lo había hecho. Si sabía y había sentido perfectamente las escenas, los ruidos, los tonos de voz, la respiración y las tensiones y emociones de “París era una fiesta”. Libro al que todo el mundo considera una obra menor, pero para un adolescente que quiere ser periodista es como la “Biblia”.

No voy a hacer una lista y contar todas las veces en las que los personajes estaban sentados junto a mí. Pero esa reflexión del comienzo es distinta. Es dialogar con ellos, saber que te están interpelando, que los podes tocar, están al alcance de tu mano, con el simple esfuerzo de saber mirar y escuchar el ruido interior que tiene la sucesión de letras, que son el camino que te lleva a donde el escritor y sus personajes te proponen y donde vos querés estar.

Ahora mismo tengo ganas de tomar café con Macedonio Fernández. Pero el bar La Perla de Once no está más. En el nuevo bar, la imaginación y las ilusiones son asesinadas sin piedad en la puerta, antes de abrir. Será entonces en el bar Británico o en el café de los Hermanos Cao. Se parecen al viejo bar La Perla. Los entornos ayudan, aunque no son determinantes como ya he comprobado con Sorolla.

Lo importante es que ahora sé que las letras también respiran. Igual que yo. Esos personajes también respiran igual que yo.  Lo sabía. Alguna vez lo he definido artísticamente, como un pensamiento de raíz intelectual, pero nunca pensé que me era tan propio.

Ahora sé que ellos me hablan y yo los escucho con mis ojos. Hasta puedo dialogar. Me responden más cosas de las que puedo preguntar. Todo depende de saber mirar, dónde mirar y sentir las voces interiores. Es simple, solo tienes que mirar hacia adentro.

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Imagen tomada de El Libro de los Libros de Quint Buchholz