martes, 15 de enero de 2019

LA GRAN PÉRDIDA DE NUESTRO TIEMPO ES LA MEMORIA DE LA EMOCIÓN.


El tiempo de la inmediatez nos ha dejado huérfanos del placer. .
El rapidismo se ha llevado por delante el placer de vivir. Volver a vivir en lo inmediato, la emoción del instante fugaz que nos ha conmovido.
Todo es tan sencillamente veloz, que no queda espacio para el suspiro y la inspiración profunda. Esos breves movimientos del diafragma que llenan los pulmones de ilusión.
Cubren el cuerpo de innumerables puntos de emoción. Esa textura erizada que invade la piel y lo recorren en sucesivas sensaciones de frío y de calor. Producto de un breve estruendo de sentimientos, que no queremos que se pierdan, que se vayan. Y siempre pedimos que se repitan un poquito más.
Todo ocurre. Pero estamos ausentes. Instalados en la velocidad.
El repentismo ha copado nuestros sentidos. Ha estrangulado una parte de nuestros sentimientos. Y nos ha dejado ausentes de nosotros mismos.
Ausentes de nosotros mismos.
A veces. Y ojalá…
No sea para siempre.
...


Imagen de Quint Buchholdz .

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