lunes, 5 de agosto de 2019

EXPRESARTE Y HACER ARTE


Hay formas de expresarse y formas de hacer arte. A veces se parecen y a veces son iguales, no se diferencian, son lo mismo.  Hay gente que se expresa y cree que hace arte. Y hay gente que hace arte aunque no pretenda.  Nunca se enterará  que lo hace. No registra sus actos como expresiones. Actúa por impulso natural, desinhibido, sin intenciones expuestas o declaradas. Hay pretenciosos que ni siquiera se expresan, pero aseguran con bombos y platillos que hacen arte.
Yo no sé si hago arte o no. Solo sé que me expreso, que me quiero expresar y que trato de usar varios métodos, sistemas y canales para hacerlo. Tal vez en algunos casos haga arte o tal vez lo haga siempre o no lo haga nunca. Solo sé que de tanto insistir, espero terminar  haciendo arte.
¿Cuáles son los caminos del arte? ¿Cuántos son? ¿Uno… Dos… Cincuenta o miles? Sobre el tema se han escrito tantas sentencias que no da tiempo a revisar esos juicios y debates.
¿Dónde se expresa mejor el arte? ¿En la pintura o en la música? ¿En la literatura? Pero cuál literatura ¿En la narrativa, tanto sea cuento o novela? ¿Es mejor la prosa que la poesía? ¿Pero qué es la poesía si no es prosa ni es música? ¿Puede una pintura ser poesía y al revés y viceversa? ¿Cuántas combinaciones posibles de expresión son necesarias para decir que se hace arte?
Pasarán los días con todas sus noches y estaremos debatiendo. Y cuando creemos que al amanecer tendremos la respuesta, resulta que el día nos deja nuevos  interrogantes, otros desafíos y volvemos a empezar. En el arte siempre estamos volviendo al comienzo. Porque la humanidad toda nunca dejó de indagarse sobre el mismo asunto de su origen.
Dicen que Faulkner afirmó que si Homero no se hubiera muerto, entonces los escritores no existiríamos. Porque para qué iba a haber más, si solo Homero había escrito en la naciente Grecia las claves que nos han distraído el pensamiento desde entonces. Dicen que Faulkner dijo que desde Homero en adelante,  los escritores solo escribimos sobre los mismos temas. Entonces agrego: pero caca uno con su propio ojo, con su propio pulso y con sus propios temblores.
Temblores sí. Porque todo lo que escribes en soledad (en un recinto, en medio de la gente, al aire libre, en un descampado, quieto o en movimiento) exigen valentía. Hace falta valor para expresarlo y redoblar la apuesta al exponerlo. Así es la música,  así es la poesía. Así es la escritura. Y así será, sin duda, en las  demás artes.
No importa cuales sean sus símbolos y lenguajes, cualquiera sea el paisaje y el momento. El instrumento es siempre:  el alma humana.
El papel,  el lápiz, la tinta, la cuerda, el diapasón, el parche, las cajas, la tecla, el cincel, la piedra, los colores,  son algunos de los artefactos a donde se adhiere la soledad para expresar lo que se debe expresar. Porque todo lo que se expresa es un deber, antes que un descargo.
Así ha cambiado y crecido la humanidad. Y así seguirá siendo mientras  haya quienes escriben y tengan la valentía de contarlo. Así seguirá siendo mientras haya  quien por cualquier medio intente expresarse.
Expresar no siempre es hacer arte. Pero cualquiera sea la expresión que pretenda ser arte, debe partir necesariamente de la  honestidad y coherencia consigo mismo, el compromiso con su tiempo  y el desafío al pensamiento. Todo lo demás, es eso: “de más”.
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Imagen: “Sunset and acacia tree in the Masai Mara reserve” de Ignacio Palacios.