viernes, 31 de enero de 2020

¿CUÁNTOS AÑOS TENGO?


Me gustaría que fueran 20 y mejor todavía que fueran 30. Pero tampoco me quejo si son 15 y me apena pensar que son menos de 10. Dicen que Galileo Galilei explicó en cierta ocasión, que la verdadera edad es la que tenemos por delante y no los años transcurridos desde el nacimiento. Esos ya los gastamos. En la historia o cualquier otra ciencia social, la edad no es más que una cronología. Pero en la condición humana, la edad es un espacio atemporal de recuperación del pasado y construcción del futuro.
Suponer la edad por lo que nos queda por vivir, genera las tensiones de lo desconocido. Pero no tiene nostalgia ni melancolía. No hay tristezas por lo que no se va a recuperar. Pensar la edad según la probabilidad de futuro,  solo es posible en términos de quimera. Pueden llamarlos deseos también o esperanzas y si prefieran, calzarse la edad como una utopía. Pensar la edad así, obliga precisamente a pensar y luego cargarse de estrategias para apuntalar esas ideas que se van juntando con los días.
En cada aniversario del nacimiento, siempre hay una vocación de refundación. Y se venera la edad pasada como algo necesario para pensarse, definirse, criticarse, recomponerse y desafiarse. Cada aniversario lo vivimos como un nacimiento. En la cronología de las horas de ese día, se acumulan propuestas, deseos y buenas intenciones. Se festeja la lluvia de pensamientos generosos. Y al final, el cuerpo queda  vestido con ese traje transparente llamado ilusiones y la convicción de que algo bueno sucederá. Cada aniversario es un acto de fe consigo mismo.  
La edad del documento es otra cosa. Los años vividos ya sé que no los tengo. No se han ido. Solo han pasado y cada uno de esos años está en algún lugar de la memoria y se turnan generosos para llamarme de vez en cuando y decirme que están ahí y tienen cosas que contarme. Porque los años pasado siempre tienen cosas nuevas que contar.  Mientras pensamos que ya no tenemos más conclusiones, ellos saltan de algún estante de la memoria, corren apresurados, se colocan frente a mí y me muestran una leyenda: “Hay más”.
Muchas veces dudo al atenderlos, desconfío o más bien me siento temeroso. Ya saben… Los recuerdos son esas armas de doble filo con las que te puedes cortar si no eres precavido y los usas con cuidado. Porque los recuerdos – en última instancia  - no son otra cosa más que un viaje al interior de uno mismo. Y no siempre o cualquier día estamos preparado para hacerlo. Pero en los aniversarios del nacimiento, uno siempre está más dispuesto a las osadías. Aceptar el reto de la memoria, es una de ellas. Pero como toda osadía, la decisión tiene esa carga de audacia, deseo, inconsciencia y cautela temerosa por lo que pueda suceder. Todo bien mezclado para que las sensaciones no se puedan diferenciar.
Cada aniversario de la apertura a la vida, los años pasados querrán decir sus cosas. Es natural. Pero en el vocerío de hoy, mientras los años dejan, sobre la mesa donde escribo, cientos de historias, solo quiero decir algo: “Estoy feliz de cumplir años”. Porque es importante saber cuál es mi sentencia, la que he elegido para este día, entonces empezar así, el recorrido sobre esos años pasados y las conclusiones que dejan sobre la mesa.
Estoy feliz de haber llegado hasta aquí, haber hecho el recorrido que hice, de no haber renegado nunca de mis ideales, de tener el entusiasmo intacto como el primer día y que las derrotas no me hayan sumido en la melancolía.
Soy hombre de quimeras, pero no me gusta ni quiero perderme en ellas. No soy persona que se deje llevar a las nubes por las ilusiones. Mi decisión siempre es estar afirmado, bien sostenido en el suelo que piso, a donde pertenezco, y preparado para dar el salto.
Hago esfuerzos por mantener intacta la confianza en mi persona. Aunque no siempre lo logro. Solo eso. Trato de reconciliarme en todo momento con mis pares. No me refiero a los que piensan igual que yo. Me refiero a las personas con las que disiento, pero llevamos el mismo objetivo como horizonte.
Imaginé y puse mi esfuerzo por construir un mundo mejor del que tenemos. Pero no soy necio y puedo reconocer que, en el que vivimos, tiene infinidad de progresos respecto del pasado. No creo en el nihilismo que todo lo achata. Es falso que nuestro mundo es peor que el de hace 50 años o un siglo. Nuestro mundo hoy nos parece insuficiente y limitado, sencillamente porque hemos crecido y no nos conformamos con lo conseguido. Pienso en el conjunto de la vida como un hecho social. Pienso en el hombre en su constante afán de superación. Cuatro imbéciles con ambiciones de poder (aun ejerciéndolo) no son nada, comparado con el irrefrenable camino de la humanidad hacia un mundo más simple, más generoso, más solidario, más sustentable y amigable con la condición humana.
En todas esas luchas del progreso humano he tratado de estar. También estuvo en muchas de las derrotas. Pero cualquiera que sea el balance, quiero decir que me siento feliz de haber estado, de haber participado.
Ahora, con algo de distancia sobre los acontecimientos importantes de mi vida, solo pienso en una cosa. El sol mañana aparecerá despacio en el horizonte del río y me hará la misma pregunta: ¿Cuáles son tus desafíos de hoy?
En nombre de los amores que tengo y para corresponder al alma inquieta que llevo dentro, estoy obligado a responder: “HOY ESTARÉ UN POCO MÁS ALLÁ DE LAS ESPERANZAS”.
Será así, mientras “Mi Entusiasmo” esté dispuesto a ser de la partida.
... 


Foto: sarmiento.cms /el jinete imaginario


miércoles, 15 de enero de 2020

ES PRECISO DECIRLO


Lo que haya que decir, que sea claro por favor. Esa es la consigna que se desprende de otra idea. Decir Te Amo. 
Siempre que tengas algo que decir, dilo fuerte, sin miedo, sin balbucear, respirando con normalidad, aunque a veces se le pueda poner algo de fervor y entusiasmo.
Siempre que tengas un sentimiento verdadero, no te lo guardes, comparte. Porque compartir es la energía que necesitamos a diario para saber que tenemos necesidad del otro y que ellos necesitan de tu aporte también.
No dejes nunca de decirle a alguien que lo quieres. No seas egoísta. No tengas miedo ni te escondas. No te dejes atravesar por la cobardía. No es un sentimiento noble y por lo tanto no te calza bien. 
Amar, querer a alguien, pensar en esa otra persona, tenerlo dentro de tus preocupaciones y acunarlo, aunque más no sea con el pensamiento, les hará bien a cualquiera de los dos.
Saber que te aman es una de las cosas más maravillosas e inexplicables que una persona pueda vivir.
Amar, si ya te ha ocurrido algo parecido alguna vez, ya sabes qué significa para vos. Decirlo, gritarlo, es una obligación para con el sentimiento, con la persona amada y contigo mismo.
Que la muerte no te pille con ese secreto dentro.
***


Foto tomada de la Red. Autor desconocido. Se agradece información sobre autoría.