miércoles, 6 de noviembre de 2019

EQUILIBRIOS DESEQUILIBRADOS


Generación tras generación se fue acumulando la idea de  equilibrio. Luego se fueron sumando capas y  capas de ese “Sentido Común”   cargado de instrucciones sobre el orden, el crecimiento y la abundancia. Y más tarde se  naturalizó la idea de que el crecimiento se mide por la acumulación.  Algo así como una abundancia a la enésima potencia. Pero en ese raro sentido común de andar por casa, todo es posible. 
Por el método de reducir explicaciones y  aclaraciones innecesarias, los practicantes de ese “Sentido Común” llegaron a esta conclusión: “Si hay abundancia, entonces hay crecimiento. Si se dan los dos supuestos,  entonces hubo y  hay orden. A todo eso, se la llama equilibrio”.
Así se estableció un pensamiento reducido que, sin ninguna vergüenza, se denomina lógica elemental, En el devenir, se pudo elaborar un método para tener una primera imagen rápida de una persona. Mientras más cosas haya en una habitación, mejor será la economía del habitante. Y mientras más cosas ordenadas, según el criterio racional de orden, mayor será su educación y su cultura. Todo un  ejemplo de vida ordenada, cuando a la rutina cotidiana se le llama vida. Pero no dice nada del pensamiento de ese personaje ordenado.
Pero los equilibrios, a veces pueden desembocar en desequilibrios. Hemos crecido tomando como valor absoluta, que el sentido de pertenencia es igual  que el sentimiento de adherencia. No se puede pertenecer si no se adhiere. Toda oposición – aún aquella que no discute ni contrapone, sino que solo interroga – es condición necesaria para la exclusión. Quien no adhiere, entonces no pertenece. Y si no pertenece, entonces queda fuera, al margen o distante. Al poco tiempo, se le cuelga el cartel de excluido. En esa  grey, los que adhieren con devoción irracional, suelen llegar a dirigente entre los que pertenecen.
No indague, no cuestione, no se interrogue, no reflexione. Siga la flecha, no tuerza ni fuerce el orden. Llegará un día que la abundancia entrará por la puerta  y se podrá sentir satisfecho, por haber sido una persona que ha crecido en este mundo.  Esa es la  idea de equilibrio. El equilibrio solo se alcanza si se practica el sentido negativo de la acción de vivir. Olvídese de los Sí. Mientras respete los No, entonces llegará a la meta. No importa la meta. Los que pertenecen al mundo que usted pertenece, se encargarán de hacerle saber que “ha llegado a la meta”.
¿Por qué el sentido común deriva en meandros del pensamiento y circunloquios,  hasta situarnos en un laberinto sin salida? ¿Por qué a ese camino sinuoso se le llama equilibrio? ¿Por qué a esos laberintos que nadie entiende, se les llama “equilibrio”? ¿Quién le puse un corsé al sentido común?
En la austeridad hay equilibrio. Y en la pobreza, el desorden aparente, es el equilibrio que impone el caos. Un resultado forzado que termina  siendo armonioso. Porque el pobre quiere dejar de ser pobre y el caos pugna por encontrar un nuevo orden. Ambos se complementan y tiran para el mismo  lado. No se han  pedido señas de identidad. Solo acordar que  van en la misma dirección. Forzar la realidad e imponer otro orden.
Todos los caos – no importa la magnitud – se sustentan en una armonía que no vemos a simple vista. En esa armonía la que fabrica otra realidad y un nuevo sentido de equilibrio. La tierra surgió de un caos estelar. La vida surgió de  un caos biológico, de incidentes químicos entre elementos que nunca se reconciliaron, solo crearon otra cosa. Porque al fin y al cabo,  la vida no es un equilibrio sino un caos en armonía con quien la vive o la lleva puesta.  
Nuestra historia  revela que hay laberintos equilibrados y ordenados que  provocan extremos caóticos. A esas barrancas sin fondo visible, van a parar todos los que fueron excluidos del “Sentido Común” del equilibrio. Ese que se  construye en base a la acumulación y el orden racional de los objetos. Ese sentido universal de la negación, que todo lo seca, todos lo aprieta, lo asfixia, hasta  estrangularlo.
Los excluidos son los que abandonan y se abandonan, dice la sentencia. El verbo abandonar aquí, solo tiene referencia en el verbo acumular. Quién no acumula, se abandona. Y de aquí, hay un solo paso para afirmar que quien no acumula es pobre. Y quien es pobre es porque se abandona. Por lo tanto es el único culpable de la exclusión.
Pero al abandono no lo producen la pobreza ni la austeridad. Lo produce la derrota emocional y la quiebra del pensamiento racional, que no encuentran nada hacia adelante ni alrededor. El verbo excluir y la palabra excluido, llevan incorporado la clausura del horizonte. Al menos el factor emocional que permite ver el horizonte.
Hay equilibrios que solo producen desequilibrios entusiastas y desequilibrados fanatizados. Los desequilibra el fanatismo por el equilibrio. Tal vez el único equilibrio que debiéramos considerar es el del “Sentido”. Podríamos ahorrarnos eso de “Común”.
Dejemos que los sentidos con los que está dotado un ser humano, actúen en consecuencias. Perciban, interpreten, escuchen, traduzcan, informen, toquen, huelan, se carguen de dudas y vuelvan a poner en funcionamiento sus mecanismos. Casi con toda seguridad,  de todo eso resultará algo que se llama pensamiento. No se puede garantizar que sea equilibrado. Pero sí será armonioso entre el que lo piensa,  su entorno y un poco más acá. Y tal vez tenga algo más que ver con ese más allá que se llama horizonte o futuro o porvenir o lo que sea que el tiempo diga que tiene que suceder.
Dejemos que el mensaje y el mensajero, sea el Hombre y no las Normas.
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Imagen tomada de la Red. Se agradece información para consignarla.