miércoles, 24 de agosto de 2022

EL DÍA, LA ALEGRÍA Y YO

Cuando declinas la mirada,
cuando inclinas la cabeza en dirección a ninguna parte,
cuando cierras los ojos,
entonces ya sé que el día
entra lentamente en la noche.
Y yo con él. Y yo contigo.

El día, la alegría y yo
vamos a guarecernos entonces,
en las penumbras de tus brazos extensos como alas,
en las sombras sobre tu cuerpo.
Góndolas oscuras. Vasija de vida.
Ahí todavía suenan, como un eco,
el antiguo crepitar del día
y tus amores laboriosos.
Fulgor, audacia y ternura.
Cruzan la luz
hasta la quietud acogedora del silencio. 

Así, el día, la alegría y yo, adormecidos, 
nos acercamos a tu pequeño fuego interior
y nos cubrimos de calor en un manto de cabellos.
Sueño dulce y sereno que acompaña a las estrellas,
disputa con las nubes y festeja con la luna.

Así, hasta las próximas horas.
Cuando vuelvas a abrir los ojos.
Para acariciar el día
y abras la puerta de la fertilidad.


Imagen de autor desconocido, tomada de la Red.

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