viernes, 25 de febrero de 2022

EL HOMBRE QUE TE MIRA

¡Sabes demasiado...! ¿No?

Conozco tu cuerpo mejor que el mío. Porque tras el sexo atropellado, me guardo en las miradas. Te miro con el placer de caminarte, agitado, erizado, estremecido, feliz de abrazarte con los ojos. Entonces ya no importa si te toco.

¡Te he mirado tanto...! ¡Tantas veces...! Te he recorrido en la mirada en tantos momentos, que puedo seguirte en mi pensamiento, aun cuando no te vea.

Si no fuera así, jamás habría escrito ni la mitad de lo escrito. Es tu cuerpo y tu belleza la que me impone mirarte, celebrarte y escribirte.

No soy yo.

Sos vos y tu presencia la que me lleva por tu cuerpo, la que me indica el camino hacia ese interior profundo que siempre estoy a punto de descubrir.

La poesía no se hace solo con imaginación, símbolos y juego de palabras. Siempre, hay algo o alguien que la provoca. Hay alguien que la convoca.

En estos textos que llevo escritos, son tu cuerpo, tu persona y tu belleza la que los impulsan. Son las fantásticas maneras de encallar, encajar, acoplarme, enamorarme. Acercarme a tus profundidades. Tenerte y no tenerte.

Ahora ya sabes por qué “sé demasiado”.

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Foto de Lu Del Marmol (@lu__fotografias) // Modelo Lourdes Colobine

martes, 22 de febrero de 2022

CÁLIDO GRIS DE AUSENCIA.

Aquí. Poniendo aire y silencio a unos días intensos y febriles. Salvajes como un viernes a la noche, clandestinos como un sábado de madrugada.

Queda en el ambiente el olor penetrante de un amor todavía humeante. Braserío por acá y por allá.

Muevo despacio el rescoldo con curiosidad y aparto las cenizas con cuidado, como acariciando los secretos recubiertos de grises cálidos.

Algunas brasas recuperan algo de luz. Y en ellas te encuentro otra vez, como la imagen precisa de eso que llamo feliz ausencia que no se ha ido.

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Imagen de autor desconocido, tomada de la Red.

viernes, 18 de febrero de 2022

PRELUDIO EN VIERNES SOSTENIDO

Tendida boca abajo sobre el sillón, con la mirada brillante apoyada sobre las manos cruzadas, y una sonrisa larga que ocupa toda la habitación, unas pocas palabras puedo pronunciar.  

Gracias por recordarme que es viernes. Acercarme, sentarme junto a ti y sentir. 

La punta de mi dedo índice recorre en tu costado, los contornos de ese gato que no me mira.

Doy vueltas con mis dedos por ese costado tatuado y otros más. 

Acaricio con la mirada esas flores y volutas agazapadas en el surco del final de tu espalda. Donde comienza el camino que quiero caminar. 

Me desplazo con los ojos por ese valle que tienes en la cintura. Me  llevas a la constelación de escorpio que guardas sobre tu vientre, como si fuera la cruz del sur. 

Pongo la palma de mis manos sobre tus hombros, desciendo por tus brazos, te acaricio, te beso suavemente en el centro de la espalda. 

Me reclino sobre tu cuerpo. Me aproximo casi hasta pegarme. Presiento como ondulaciones, el escalofrío que te recorre desde la cabeza hasta los pies. Te miro, te siento, me contagias. 

Me acerco hasta tu cuello para verte mejor, oler el pelo que tienes recogido y girar con mi respiración por el laberinto de tus oídos. 

Te beso en la mejilla. Acaricio el costado de tus pechos, pero no alcanzo a rozar tus pezones que los tienes apretados junto a la sábana, para que no se note su erección.

Mi sexo se ha vuelto duro como una roca y flexible como un junco. Igual que tus pezones. Mientras desfilan ante mí, imágenes felices de cómo compartirlo contigo. 

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Modelo Lourdes Colobine // Foto Ignacio Adasme




jueves, 17 de febrero de 2022

A CIEGAS

Tu cuerpo, cuando destila sexo, es siempre una brutalidad avasallante. Un campo de batalla, una guerra de la que nadie quiere huir. 

Uno mismo se convierte en un ejército desesperado en el comienzo y agotado al final en su destino. 


Uno mismo se revuelve concentrado en el paraíso irracional. Enredado en su contracción, expansión, contradicción. Feliz en la potencia posible. Expectante de la velocidad. Ausente de racionalidad. Quimérico en la lógica inefable del que no sabe.

 

Uno mismo termina a ciegas, entregado, esperando el rayo, que será de luz o no será.

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Imagen de Małgorzata Sajur


martes, 15 de febrero de 2022

LUMINOSA

Lo que más me seduce de su sexo

Es el interior profundo de su amor.

Mundo laberíntico y cerebral. Cuenco sólido.

Esfera de libertad. Medusa luminosa.

Es un mundo rugoso como una nuez.

Suave, acogedor como almohadilla de besos.

Labios abiertos de par en par en recinto de semillas.

Ese amor trasciende. Es largo, amplio y extenso.

Salta las barreras de la erótica.

Supera el pensamiento. Viaja. No se detiene.

El sexo puede ser una palabra seca.

En su sexo es interior profundo.

Amor que cabalga en tropilla.

Caballos que galopan sin jinete.

Ese sexo, tan visceral, abroquelado en el cuerpo

Cosido en su interior

Que late como un corazón

Es el sexo que me llama, me atrae.

Me abraza y no me deja ir.

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Imagen de autor desconocido, tomada de la Red.