martes, 22 de enero de 2019

VOLVAMOS Y REPASEMOS EL COMIENZO


Se puede ser flexible sin abandonar los principios. Se puede ser coherente en la negociación y no dejar la bolsa con los valores debajo de la mesa de debate.
Esta es una verdad que reconoce casi todo el mundo. Pero esos “todos” también afirman que es un ideal difícil de cumplir. Tantas veces se repite esta falacia que hemos terminado por creer que tenemos dos opciones. Se es intransigente de manera tonta y absurda hasta el hartazgo o se es un mercenario dispuesto a vender lo que no se tiene en cualquier ocasión y a cualquier precio.
En esas posiciones hay una alta cuota de cinismo, otro poco de pereza intelectual, otra de reafirmación de la propia ignorancia y mucha hipocresía para no confesar que se es un amoral en toda regla.
El diálogo es una de las primeras condiciones que indican que se ha avanzado algún tramo en nuestra evolución. Ese peldaño de crecimiento, el hombre y la sociedad no lo hicieron a costa de su integridad. Ese peldaño es el que sirvió – en sus comienzos – para empezar a construir la arquitectura moral del ser humano.
En estos tiempos de anatemas, condenas y descalificaciones, sería bueno recordar cómo fueron los comienzos del pensamiento. No los busque en el autoritarismo o en la arrogancia intelectual.
¡Ya ven…! Sócrates era todo lo contrario de eso que menciono.
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