Lo único que
deberíamos saber de la realidad es que queremos otra realidad, que estamos
dispuestos a verla, leerla y comprenderla, pero sobre todo a modificarla.
Lo único que
debería gustarnos de la realidad es que podemos cambiarla, que siempre está ahí
esperando que le metamos mano, que no la dejemos quieta, que no le permitamos
respirar en paz.
Al fin y al cabo,
lo mejor que puede tener la realidad es su acción para sorprendernos,
mantenernos atentos y dispuestos a combatir con ella o abrazarnos un instante.
Si no fuera así,
entonces no sería realidad, al menos nuestra realidad. Solo sería un instante
cronológico, de sucesos muertos que solo se mencionan en la estadística
histórica de unas vidas que no fueron vidas o no fueron vividas o no quisieron
ser vividas.
San Telmo, 13 de enero de 2018.
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Foto ©sarmiento-cms
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