Es lo que ha
estado haciendo el arte y los artistas a través de los siglos. Desde la
existencia misma de la humanidad. Si no fuera por el arte y los artistas el
género humano sería poco y casi nada. Pero a la constante y tediosa costumbre de
normalizar todo, de convertir la vida en algo estático, sin expresión ni vida,
que tiene la mayoría de los humanos, siempre se le ha opuesto el pensamiento de
un artista. Y esos muros de normalidad (que nos han querido vender como propios
del género humano por razones genéticas) siempre fueron derribados por el arte.
Esos muros del
pensamiento chato, anodino, conservador y estático, son más fuertes y más duros
que los muros de piedra, cualquiera sea su grosor. Para esos muros han sido
necesarios e imprescindibles los artistas y su arte. Sin ellos, el género
humano sería… ¿Qué sería? Un ejército sin alma, una agrupación de autómatas, un
colectivo sin sentido, una masa viviente que deambula sin causa ni razón.
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