miércoles, 27 de marzo de 2019

ESTRATEGIA PARA LLEGAR A NADA


No hacer, postergar todo hasta la próxima luna, dejar en la niebla del invierno las mejores ideas hasta el próximo verano, es algo así como una estrategia para alargar la vida.
Vanamente creemos que la vida son esas pequeñas quimeras que fabricamos, en medio del fragor diario, para que no nos duelan sus consecuencias.
Vanamente creemos que postergar su realización, con la promesa de enriquecerlos mañana,  alargará nuestras vidas.
Vanamente creemos que la muerte recula ante ilusiones. Ilusiones que postergamos para mantenerlas vivas, porque sabemos que se disuelven en euforia en el camino de realización.
Vanamente  nos dibujamos días generosos en proyectos. Ideas, propuestas y entusiasmos que edificamos como murallas para que el vulgar sentido común no nos asfixie.
Vanamente damos vueltas y crecemos en esa alegría que nos dejan  las ilusiones y en el empuje que nos dan nuestras quimeras.
Mientras la vida, eso que el ritmo cotidiano llama vida y normalidad, tritura esperanzas y venturas. 
Mientras,  seguimos y seguimos.  Aunque no lleguemos a ningún lado
Mientras, giramos y giramos. Sin poner el freno en la ilusión,  que termina en desilusión
Tal vez  un día se rompa la cadena, se rompa la monotonía de proyectar y proyectar.
Tal vez  un día saltemos la barrera de la ilusión. Tomemos la decisión.
Tal vez un día, todas esas horas contrahechas, merezcan llamarse día. 


***



Imagen: “A silhouette of a passer by in Malé”, FRANCESCO_ZIZOLA/NOOR. 2009.

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