La fotografía es
uno de esos mundos maravillosos, donde podemos inventar equilibrios. Hay un
momento en el que el fotógrafo (sobre todo los callejeros) modifica de tal
forma lo que todos ven, que nadie podría precisar si estuvo o no en ese lugar.
¿Cuántas personas
pudieron colocar el ojo en esa perspectiva que muestra la foto? Una obra de un
maestro de la fotografía, como lo es el catalán Francesc Catalá Roca. Porque
sin duda, la mayoría miró la escena por encima de la manguera y el chorro de
agua. Todos tienen la misma visión del trabajador que está regando. Ni siquiera el regador
puede intuir el lugar que le está asignando a su compañero de trabajo.
Cuando se dice
que la fotografía es el instante, cuando se ensalza la capacidad del fotógrafo
para captar el instante, entonces también vale preguntarse: ¿Qué instante? ¿El
de todos los mortales, paseantes o transeúntes por esta calle de Madrid?
Creo que esta
foto es el instante del “ojo”, de la percepción, de la intuición y la
creatividad de Catalá Roca. Todos los demás instantes, de cada uno que pasó en ese momento por
el lugar, es otro instante, otra
historia, otra mirada de la realidad.
La foto, induce a
pensar que Catalá Roca no la fabricó. Solo que encontró la escena y le dio su propia historia, según la habrá
podido ver en una fugacidad que el ojo le trasmitió al cerebro. Esta foto, también es buena para contradecir
a los académicos de la técnica fotográfica, cuando les dicen a sus alumnos:
¿Tienen que pensar qué quieren expresar? Y se supone que la frase que sigue es:
“entonces vayan a buscar eso que piensan”.
Pero en el caso
de Catalá Roca (y en esta foto en especial) creo que no había ninguna idea
previa. La toma es el resultado de la su cámara, su percepción y su creatividad.
El instante – en este caso – es el momento preciso en que el fotógrafo hizo una
lectura distinta de la realidad que todos ven.
***
Foto: Francesc Catalá Roca. “Un operario regando en Madrid”.
1953.
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