Que el futuro me
pille confesado
Reconocimiento 1
Tengo que agradecer
a todos los chicos lindos, hombres fuertes, tipos con destrezas, señores con
solvencia, individuos con influencias y demás hombres destacados por su belleza
o patrimonio.
Gracias a todos
ellos, me dediqué a escribir, perfeccionar mi estilo, ensayar otras formas de
comunicarme y cultivar algo así como “el verbo florido”. Todas esas artes
menores y canallas, me han salvado de los desiertos afectivos. Esas destrezas
vilipendiadas en el universo del Sentido Común, soslayadas por los administradores
del espíritu de los hombres, condenadas a viva voz en nombre del progreso
material, me han dado de comer.
El sentido inverso
del espejo resultó productivo. Aprendí todo lo que no quería ser. Crecí en cada
condena. Me hice mejor persona en cada sentencia. Hasta que un día me proclamé
orgullosamente desigual, al margen de la
norma. Y así voy por la vida, con mucho más futuro que todos aquellos
que compraron futuro al peso, por encargo o bajo receta.
Reconocimiento 2
No pretendo grandes
cosas del mundo social que me rodea. Tanto el real como el virtual, que
últimamente tiene más gravitación que el primero. Solo quiero que me tengan en
cuenta y hago esfuerzos para no pasar desapercibido. Esto lo logro en los
sitios donde no me importa tanto y fracaso estrepitosamente – una y otra vez –
donde sí me interesa. Tal vez ahí
radiquen mis pequeños éxitos. Logros que suceden a pesar mío. Hay gente a la
que no le merezco ni un segundo de observación. Me gustaría que fuera
diferente, pero tal vez sea su “inteligencia” la que me envía un mensaje
subliminal: no pierdas el tiempo con
nosotros. A veces pienso que quizá sea así, entonces me distraigo con otras
cosas.
Todo eso ha sido una
constante en mi vida. Ya lo he naturalizado. No me da sobresaltos.
En todo caso, creo
necesario dejar claro que no pretendo ni pretendí ser lindo, guapo, seductor o
personaje con atributos irresistibles. Debo reconocer que varias veces lo intenté y volví a intentar. Pero ya no lo
hago más. Porque si en todos estos años, no lo he conseguido, debe ser porque
la tarea es imposible o no tengo talento para eso. De todos modos, reconozco el
esfuerzo que hacen los amigos por ver atributos en mi persona y mi figura que
no atino a descubrir. Cosas que ya no me detengo en analizar. Temo que la
conclusión sea que mis amigos también tienen alguna alteración que no puedo
descubrir.
En fin… generosidad
de alguna gente, que es de agradecer. Y no es necesario preguntar por qué.
.
San Telmo, 29 de junio de 2017
***
Imagen: Obra del pintor polaco Igor Morski.
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