(Declaración
elemental de un hombre cualquiera)
No quiero que me
adulen, que me consideren un líder (seguramente innecesario), que me cuelguen
la camisa de conductor o guía, que me sumen como un fogonero o que se acuerden
de mí cuando no tienen nada que hacer o su ocio se convirtió en hastío.
Tampoco me
desespera que a veces no me escuchen ni presten atención a los comentarios
banales que pueda hacer o a la exposición concisa de alguna idea que merecería
una demostración más exhaustiva. Pero me angustia cuando los reclamos genuinos
son escuchados como si se tratara de letanías de otro tiempo, como si las
necesidades del alma o la vida material no fueran necesarias para la vida.
Lo único que
pretendo es que me tengan en cuenta, que sepan que estoy, que no soy un número,
muchos menos un cero, que camino y dejo huella, que hablo y digo pensamiento,
que respiro y entrego vida, que merodeo la naturaleza como si fuera una parte –
a veces me integro en ella y a veces la maltrato – y que voy por el mundo con
una ilusión: salir de la estadística y que nos miremos de frente, todos juntos,
para caminar mejor, hacia un futuro que nadie conoce pero que debemos construir
y que depende – irremediablemente – de nosotros mismos.
(4 de febrero de 2015)
***
Imagen tomada de Pinterest
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