lunes, 1 de octubre de 2018

LOS IGNORANTES AL PODER. LOS DEMÁS A REFUGIARSE


Cuando un ignorante se hace con el poder para decidir sobre las vidas de los demás, se convierte en un indecente y un inmoral.
En esos casos ya no es un ignorante, es un ambicioso holgazán que ha tomado el camino de las ventajas solapadas  de las venias, genuflexión y prebendas de los dominantes. Se ha pegado como lapa a los poderosos. Su objetivo es subir los peldaños de un sistema corrupto a base de exprimir su vida hasta la decadencia personal.
Persigue el perfume penetrante del poder hasta saturar su respiración. Quiere ser un igual en el estrecho cielo de los que mandan y deciden. Se prepara cuidadosamente en los modos de conducirse y perversidades varias. Se convierte en un maestro del doble lenguaje. Su única virtud es no tener virtud.
Las democracias occidentales modernas, para nuestra desgracia y muy a pesar nuestro, están llenas de estos personajes. Controlan países, dirigen ejércitos, ocupan altos cargos en todo tipo de instituciones, pero nunca tienen el suficiente poder como para manejar los centros financieros. Ese lugar les está vedado, aunque ellos se contentan con ser los primeros en la puerta de los ocultos despachos.    
Esos ignorantes que ya no son ignorantes, manejan nuestro mundo de hoy. En la letra del tango “Cambalache”, Enrique Santos Discépolo escribe: “(… ) LOS IGNORANTES NOS HAN IGUALAO (…)”. Pero eso fue hace tiempo, en 1934. Ahora nos controlan.
Mire usted su país, mire dentro de él, revise la lista de los que mandan y dígase a sí mismo, cuántos personajes de este tipo tiene en la canasta.
Por lo demás, conviene decir que un ignorante no es el que no sabe o carece  de conocimientos en cualquier disciplina. Es el que no quiere aprender, porque eligió otro camino para pasar por este mundo haciendo daño. 
***


Imagen: André Kertész. Place de la Concorde, París, 1928. 

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