No sabemos qué es ni cómo es. No sabemos
dónde está, cuándo y cómo buscarlo o escapar de él. Pero sabemos si está, si lo
tenemos dentro. No sabemos cómo sacarlo. No sabemos cómo atraparlo. Solo le
ponemos nombre, lo corporizamos, abrazamos, manoseamos, festejamos, deseamos,
engalanamos, celebramos, enojamos y hasta odiamos.
A duras penas convivimos con él. Estamos como
electrizados. Tenemos una vigilia exasperante. Respiramos siempre en
profundidad. Todo el cuerpo parece un tambor. Nada nos detiene. Pero estamos
cargados de miedos. Placer y angustia. Cuerpo erizado y temblor. Miedo y
desenfado. Arrojarse y contenerse. Avanzar y detenerse. Mirar y mirarse. Amar y
ser amado.
A veces lo vivimos. Y a veces huimos. Pero
aunque huyas, le impongas cualquier distancia, el amor huye contigo. Porque lo
tienes dentro o en alguna parte. Y no sabes cómo sacarlo. Ni lo sabrás, aunque
te esmeres. Nunca lo sabrás.
© César Manuel Sarmiento
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San Telmo, 19 de septiembre de 2017
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autor desconocido
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