domingo, 16 de julio de 2023

EL BUSCADOR DE PALABRAS

Un día descubrí que podía abrazarla con la palabra.
Se dejaba abrazar con la palabra.
Escribía cosas que le calzaban como un traje esperado desde siempre. 
Escribía para ella. Y ella pensaba que eran solo para ella.
Disfrutaba. Ella y yo.
Reaccionábamos con algunos verbos y en la combinación de algunos adjetivos.
Era feliz en esos abrazos de palabras.
Yo era feliz abrazándola.

Cuando descubrí que podía abrazarla con la palabra,
entonces mi pretensión fue cubrirla siempre con palabras.
Percibía su tensión, su atención y reacción al abrazo de palabras.
Éramos dos gatos en un canasto de palabras.
Ella esperaba esos abrazos apalabrados y yo celebraba con palabras.
Jugábamos a entrelazarnos en perífrasis y circunloquios.
Terminábamos en abrazos fuertes y sensitivos de sustantivos y metáforas. 

Descubrí que ella se encogía, se recogía, sensible en esos abrazos de palabras.
Imaginaba las expresiones de sus ojos en esos breves estremecimientos.
Se sonreía. Si, lo sé. Porque es su forma de llamar a la vida.
Ella se dejaba.
Su silencio no era ausencia. Era reclamo.
Ella esperaba siempre esos abrazos de palabras.
Yo era feliz
Buscando palabras para abrazarla

Anoche me confesó que le gusta que la abrace con palabras
Entonces, decidí convertirme en buscador de palabras.

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Imagen de El Jinete Imaginario (@eljineteimaginario)

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