martes, 7 de febrero de 2023

UN ESCRITOR

Para ser un escritor

Hay que saber bajar a los infiernos.

Hay que saber subir a la vida

Hay que saber caminar en los lugares donde se vuela

Y volar en los lugares donde se camina. 


Ahí estaba la encrucijada para amarla. Esa era la clave de su poesía. Ese era el estado natural de las cosas. Ese era el verbo que debía conjugar si quería estar a su lado. Eso era todo lo que necesitaba saber. Para escribir, ser poeta y amarla al mismo tiempo.
 
En cinco breves líneas, ella me enseñó a describir el único camino posible si quiero conseguir lo que quiero.
 
Para escribir, ser poeta y amarla al mismo tiempo, debes ser altanero contigo todo el tiempo. No hay tregua en lo sencillo ni en la quimera. Hay un solo camino que se impone. Mantenerse despierto, con los ojos bien abiertos, el pensamiento tenso, los sentidos en alerta, la sensibilidad ajustada como un diapasón.
 
El tiempo entre el amanecer y la noche puede ser un instante o medirse como un siglo. Puede traducirse en alimento o en el peor de los desiertos. Puede ser albahaca, orégano y romero. Puede ser silicio, cal y carbonatos. Entre el día y la noche o viceversa, solo hay vida que se prende y que se apaga. Nada es puntual, todo es trascendente. Hasta el gesto más frugal, nos recrea en la memoria. La banalidad es lo único que no deja rastros, aunque queme en el instante. 
 
Un día no es solo un día. Si quieres escribir, ser poeta y amarla al mismo tiempo, entonces debes saberlo. No hay tiempo, no hay treguas, no hay fugas. Solo así, entonces, escribes.
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Foto: El Jinete Imaginario 

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