viernes, 17 de febrero de 2023

CRECIENTE

A veces
La intensidad de lo posible
La fuerza de lo quimérico
El deseo de permanencia
La arrolladora tempestad de planes y proyectos

La ansiedad por lo inminente, la inmersión, la caladura, la travesía, el desguace de los tiempos vencidos, el ardor de las almas inquietas, el brillo de los cuerpos, el impulso.

La emoción por el tacto que se avecina, el contacto, el calor latente, la fusión, fundición, el deseo refractario, el crisol, fundante de amor y vida.

La integridad del cuerpo que resiste, se resiente, recompone y se desboca al unísono, el lastre dormido que conspira, la furia que se impone, la boca abierta, el final sereno.

La indolencia ante el peligro posible, real, imaginario, presente, ausente, denso y excitante, banal y profundo, propio y ajeno, adentro y afuera.
 
A veces
Los peligros son maltratados, envilecidos, sojuzgados, derrotados.
La intensidad de lo posible tiene más fuerza que la fuerza.
Lo que no debía ser, lo que no iba a suceder, existió.
 
A veces
La realidad es eso que reconoces como verdad.
 
A veces
La potencia de lo que surge desde el fondo de los fondos.
El impulso profundo nacido por el impacto de los amantes
Que se sostiene en el tiempo y en el espacio por el deseo inconmensurable
Tiene más eternidad, realidad y vida
Que todo lo creado.
Que todo el universo que hubiera estado antes allí.
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Imagen: máscara de autor desconocido, tomada de la Red. 

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