miércoles, 10 de marzo de 2021

ES PRECISO PONER LUZ DONDE HAY TANTA OSCURIDAD.

 

No es normal lo que sucede. ¿O sí es normal? ¿Desde cuando se mata a una mujer por día? Porque lo que yo sabía era que todos los días, en todo el planeta, hay millones de mujeres preocupadas por la otra mitad del planeta que no es mujer. Y lo que también sé y me  dijeron, es que eso era la normalidad, que esas mujeres estuvieran ocupadas con sus cosas y saturadas de trabajo por las cosas de los otros. Pero nunca me contaron que – además de todo eso – también se las castiga por no hacer lo que les dicen o simplemente por el gusto de castigar. Eso no me lo contaron.


Hoy probablemente morirán varias mujeres a manos de quien cree tener la autoridad sobre sus vidas. Esos que creen tener autoridad sobre sus vidas y al mismo tiempo, dependen hasta en los más mínimos detalles de lo que hagan esas mujeres, que tal vez estén perdiendo su vida ahora mismo.

 

Todo parece una danza macabra y una sucesión de hechos y acontecimientos radicalmente opuestos, sólo conectados por la enfermiza idea de la posesión, la propiedad y la autoridad que le confiere un código que nunca se escribió, pero que la sociedad entera entendió y todavía entiende como normal: “Las mujeres deben tener un hombre que las proteja y cuidarlo para que las siga protegiendo”.


Toda la cultura del arte de estos siglos vanagloria el cuerpo de la mujer. Pero no más que el cuerpo y su capacidad de servir. Todo lo demás es nulo. La historia del arte como de la ciencia está cargada de armarios donde fueron escondidos los nombres y trabajos de miles de mujeres que le dieron identidad y progreso a esta sociedad en la que vivimos.

Pero machaconamente, se insiste en negar la existencia de la mujer, como ser humano pensante, con sueños, imaginación, capacidad creadora y perspectiva de futuro. Porque lo que debe estar claro a esta altura, es que la capacidad creadora de la mujer no es solo biológica, sino también técnica e intelectual.


Aquí es donde hay que poner luz. Recuperar la memoria de tantas mujeres valiosas y fundamentales, que fueron escondidas en la historia para poder justificar ese principio aberrante que dice que “la mujer está siempre un peldaño más abajo del hombre y debe caminar un paso atrás”. 


Toda la cultura del arte de estos siglos vanagloria el cuerpo de la mujer. Pero no más que el cuerpo y su capacidad de servir. Todo lo demás es nulo. La historia del arte como de la ciencia está cargada de armarios donde fueron escondidos los nombres y trabajos de miles de mujeres que le dieron identidad y progreso a esta sociedad en la que vivimos.


Pero machaconamente, se insiste en negar la existencia de la mujer, como ser humano pensante, con sueños, imaginación, capacidad creadora y perspectiva de futuro. Porque lo que debe estar claro a esta altura, es que la capacidad creadora de la mujer no es solo biológica, sino también técnica e intelectual.


Aquí es donde hay que poner luz. Recuperar la memoria de tantas mujeres valiosas y fundamentales, que fueron escondidas en la historia para poder justificar ese principio aberrante que dice que “la mujer está siempre un peldaño más abajo del hombre y debe caminar un paso atrás”. 




Imagen de autor desconocido tomada de la Red. Se agradece informar de la autoría para consignar. 

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