martes, 23 de marzo de 2021

ALTER EGO

Siempre que la realidad te deja tiritando. Cuando  uno percibe que está en emergencia o después de un tiempo convulso, uno tiende a buscar amparo en una mujer. Cobijo perfecto, cuenco emocional que todo lo abarca. Es mi caso. En otros será distinto.

En ese amparo se reclama el abrazo, se pide el consuelo, se necesita el contrapunto. Otra voz.

Lo percibo como algo natural. Porque cuando la vida se complica y el futuro entra en emergencia, entonces se siente la necesidad del otro, el alterno y complementario, el que se te parece pero no es igual.

Porque en esas circunstancias es preciso encontrar la palabra distinta, el afecto similar y el tacto que te reconcilie contigo mismo y los demás. El otro en estado de vigilia, dispuesto a entregarse para que no te pierdas en el abismo estático  de pensamientos sin continuidad. El otro como alternativa para salir del pensamiento circular  y la vida estaqueada en la contradicción.

Casi siempre, cuando se produce el cruce, se concluye en un abrazo. Como si te estuvieras agarrando a ti mismo. Pero en verdad estás agarrando al otro que tiene tus mismos reclamos.

Y si el abrazo es prolongado, como permanente en un tiempo impreciso de emoción, entonces es muy probable que la mutua solidaridad se reafirme con un beso  que – posiblemente – sea más largo que el abrazo.

Así es, en nuestra eterna necesidad del otro.




Esta gran foto está tomada de la Red. Agradezco cualquier información para consignarla. 

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