martes, 26 de diciembre de 2017

TANTAS VECES. TANTO TIEMPO.



Tantas veces vivimos lo vivido. Tantas veces nos amamos. Tantas veces amamos como amarnos. Tantas veces nos leímos, nos escribimos, nos corregimos,  retocamos, tocamos, manoseamos y  nos delineamos para estar y volver a ser. Para vivir lo que nos llevó a amarnos y nos mantiene enamorados. Tantas veces me convocaste a la poesía. Tantas veces te vestiste de poesía solo para iluminarme, sorprenderme, asombrarme y abrazarnos. Hasta quedar abrasados. Tantas veces me llenaste de poesía, que llegué a imaginar que vivías en el ella y yo dentro de Ella… Transfigurada Ella como hembra, como mujer y poesía. Tantas veces me provocaste… ¡Tantas!
Creo  haber aprendido.  Creo haberte comprendido.
La poesía exige cierto grado de desnudez. No se trata de quitarse las ropas, que también podría ser. Se trata de otra desnudez. Se trata de una acción similar a despojarse de todo, con la idea de abandonar los vestigios de  los caminos pasados, de todo lo caminado. Solo quedarse en lo profundo que dejaron los caminos, en la intimidad de lo caminado. La poesía se trata de un viaje de sinceridad hasta el interior profundo de uno mismo, en su condición humana.  La poesía es estar despierto a los ruidos, silencios o sonidos armoniosos del alma. Al final comprendí que la poesía es igual que estar a tu lado. Y estar a tu lado, siempre te lleva a la poesía. Porque la poesía y amarte, finalmente, han terminado siendo lo mismo.
No me lo has dicho. Solo para dejarme inquieto. Solo para darme el placer de descubrirlo.  



© César Manuel Sarmiento
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San Telmo, 5 de octubre de 2017



Imagen: Richard Avedon 




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