El éxito no
existe.
El éxito es una coartada que te han puesto para someter tu pensamiento,
adormecer tus sentimientos, estrangular tu imaginación, cauterizar tus
entusiasmos.
El éxito es el
tiempo muerto.
Es el tiempo en
que malgastas tus días, tus horas.
El éxito es el
complemento del fracaso como ficción.
Ficción constante.
Ficción que se
relata a sí misma todo el tiempo.
El éxito es el
camino hacia la mentira sobre ti mismo.
Es la reducción
binaria de la cosmovisión y realidad de la condición humana.
El éxito no
existe.
El éxito es la
coartada en la que desperdicias la vida.
El éxito es
brillo, es brillar, es encandilar y, en
ocasiones, también cegar.
El brillo está
unido a la oscuridad. Es su complemento opuesto.
Se necesitan. Se
llaman. Se buscan.
Mientras mayor
sea la necesidad de brillar, mayor es la búsqueda de oscuridad.
La luz no brilla.
Solo ilumina. La luz es el universo de las cosas simples.
El éxito es la
batalla que no elegiste, no buscaste y que nunca sabrás por qué estás en esa
batalla.
El éxito es la
coartada para distraerte, confundirte, agobiarte y conducirte por lugares
extraños, que jamás hubieras elegido.
El éxito es todo
lo contrario del pensamiento sustantivo, del adjetivo sólido y la metáfora
creadora de nuevas vidas.
El éxito es pura
aceleración y ceguera.
Nunca la sientes.
Tal vez lo disfrutes
Hasta que el
éxito alcanza una velocidad de vértigo. Descontrolada.
Ya es tarde. No
te puedes bajar.
…
Y se te fue la
vida
Y no hay otra.
Y no hay más.
.
.
© César Manuel Sarmiento
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San Telmo, 19 de noviembre de
2017
Imagen:
foto de sarmiento-cms
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