Hoy he vuelto a
leer tus cartas. Las que tengo, guardo y acumulo como los capítulos de una
novela que se sigue escribiendo.
Por ellas viajo
en el tiempo. Me encuentro, te cruzo, te descubro, te imagino. Siguiendo la
letra, las frases, las promesas, los debates, los halagos, las peleas, veo los
caminos que siguieron nuestras vidas.
Por momentos estoy en una de esos caminos. Por momentos vuelvo
a mi día. Cuando el tiempo cotidiano me absorbe, deseo volver a esos lugares… A
ese momento… A esa secuencia que muestra la carta, a un pedazo de esas
narraciones. A veces me esfuerzo y lo consigo. Otras no.
Esas cartas no
son solo cartas. Son crónicas, relatos, poemas breves de unos días vividos a
profunda velocidad. Historias registradas con intensidad, donde todo se mezcla.
Lo viejo y lo nuevo, lo imaginario y lo real, lo que se tiene y lo que se
desea. Todo a un mismo tiempo. Como una sinfonía de letras, pensamientos,
deseos, intenciones, armónicamente desorganizados.
Volver a las
cartas es volver a ese mundo que quisimos tanto y añoramos más. Volver a las cartas
es sentarnos otra vez, frente a frente, abrazarnos y llenarnos de ese amor
intenso que todavía conservamos. Volver a las cartas es volver a la ternura de
la memoria.
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© César Manuel Sarmiento
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San Telmo, 10 de agosto de 2017
Imagen: “The
writer’s cat” by Willy Ronis. 1954.
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