jueves, 4 de mayo de 2023

TRAS LA MUERTE DEL AMANECER

La mañana es ese lugar inhóspito en el que nos dejan las obligaciones. Es ese lugar vacío cargado de urbanidad, donde ni siquiera me consuela saber que estás en algún lugar pensando en mí, como yo ahora estoy pensando en vos.

La mañana no es lo mismo que el amanecer. La primera luz del día es un acto rebelde contra la confusión, es una agresión a la oscuridad y es  también, un golpe seco al sueño que no estamos en condiciones de cumplir. El amanecer es la realidad desafiante, es una invitación que atrapa. Aunque también es una llama que se escapa ni bien comienza a crecer.

El amanecer no es la mañana. El amanecer es el instante de vida que se agotará apenas comenzar. Pero no importa. Porque igual que cada día, es la porción de vida necesaria para existir. 

La mañana es un discurrir por los lugares habituales, un pesado ejercicio de normalidad, un desabrido camino de compromisos. La mañana puede ser un lugar trágico de desamparo. Tal vez un golpe bruto sobre esa luz anunciadora del amanecer.

Pero esa muerte del amanecer, tan rápida, tan pronta, tan abrupta e inesperada, no matará el día. No lo hará. Aunque la mañana sea como cada mañana, igual que todas las mañanas. Aunque no me alcance saber que estás en algún lugar pensando en mí, como yo ahora estoy pensando en vos.

La mañana será, en cualquiera de las formas que quiera ser. Pensarte, llamarte, invocarte, desearte, es la única certeza que tengo, para saber que el día no morirá vacío y desolado. Pensar en vos, aunque a veces no me alcance, es lo único que tengo. Es un amarre con el más allá. Es esa parte de la vida que nunca se va. Nunca muere. Nunca se me va.

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Imagen Pier Toffoletti

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