¡Sígueme si quieres!
No vamos ni iremos a ningún lado.
Solo al corazón de la locura que deja
el abrazo compulsivo,
el beso inesperado,
el sabor de tu boca,
la noche y sus fraguas,
los días y sus horas quiméricas,
el instante mismo en que se funden las miradas
cargadas de una deseo persistente,
añejo, irresistible,
que siempre se alimenta
en tu andar generoso por la vida.
¡Sígueme! Quiero que me sigas.
Quedémonos en el aliento
convertido en tormenta.
Respiremos
solo en tu respiración
convertida en remolinos de vientos.
Relámpagos precisos de tu boca
que impactan en los cuerpos
y estallan en mis manos
en el momento en que te abrazo.
Refucilos agudos en el espacio interior, infinito,
que queda entre nosotros.
¡Sígueme! ¡Te seguiré!
La fuerza de tu mirada me deja en el vértice
de la vida, el amor y la locura.
A los gritos
con tu nombre entre mis brazos.
…
Imagen de autor desconocido, tomada de la red
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