viernes, 1 de octubre de 2021

Y NO SABES QUÉ PASÓ

A veces la belleza es una hecatombe.

Se presenta abruptamente, de golpe,

sin permisos, sin licencias.

Es un impacto tan severo, tan arrollador,

que destruye todo por completo.

Nuestras vidas quedan como un líquido disperso.    

 

Tras el golpe inesperado, se nos impone pensar.

Nos obliga a la construcción y a desechar.

Construir. No reconstruir.

Volver al camino. Recuperar el comienzo.

Descubrir y colocar desde los nombres,

hasta buscar las virtudes, los sueños, las ideas

y decidir de qué lado de la vida

queremos estar,

cuál nos pertenece, cuál merecemos.

 

Tras la conmoción, la vida se presenta como el primer día.

Si fuéramos capaces de verla así,

de hacer el esfuerzo por verla así,

entonces habríamos recuperado el reloj del origen absoluto.

 

A veces la belleza

es ese paraíso avasallante que nunca imaginamos,

es ese lugar tremendo que impone la destrucción.

Para volver a crear.

Para volver a creer.

Para volver a crecer.

 

A veces la belleza ni siquiera es bella.

A veces la belleza

es el estruendo incontrolable,

es el instante vacío

que nos desafía, nos obliga

a un nuevo pensamiento,

otra imaginación,

otro camino, otra vida

que tal vez,

contenga algo de belleza.

 

Estas guerras de la dignidad,

que se dan en el interior mismo de uno mismo,

suelen ser un hecho azaroso.

Ocurren alguna vez,

cuando te cruzas con alguien y no sabes por qué.

Solo reconoces el primer embate de las miradas

y luego no sabes qué pasó. 

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Poema del libro Te Besaré A Quemarropa (agosto, 2021)



Obra de autor desconocido


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