Su boca, reflejo, realidad y espejo, cántaro
de agua bajo el sol. Aunque no sonriera ni emitiera un gesto, era una bacanal.
En el silencio era aún más profunda y frutal. Era un abismo, un universo sin definición. Y yo ahí, dispuesto a entregarme y nunca decir adiós.
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Imagen de autor desconocido, tomada de la red.
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