martes, 2 de abril de 2019

REALIDADES EN DISPUTA


En momentos de crisis, en esos períodos en los que creo que estoy perdido o que está  todo perdido a pesar de mi voluntad, entonces he corrido a refugiarme en el arte.
Pero no es cierto o es una verdad a medias. Solo busco expresar el momento de angustia. También intento buscar una explicación. Encontrar razones por un camino distinto del razonamiento discursivo. A veces, por el  método inefable, se llega a una conclusión coherente, convincente. 
Lo más probable, es que esas respuestas inefables tengan mejor conjunción con ese caos, en el que se desarrollan los días. No hay armonía, pero hay sosiego. Tengo la sensación de descubrir la verdadera cara del enemigo exterior y su confluencia en el interior. Ese enemigo que casi nunca sabemos dónde está y si lo encontramos no  se puede definir.
En los momentos de crisis, cuando no veo el camino o lo que veo se presenta  clausurado, entonces corro lo más rápido que puedo a encontrarme conmigo mismo. Son esas horas, en los que recuerdo (como un golpe brusco de memoria) dónde guardo las  armas emocionales y de pensamiento que me definen como humano. Todo eso que el caos urbano, social y cotidiano ha estado  robándome  en silencio, hasta convertirme en un anónimo. Ausente para los otros y  de mí  mismo.
No es al arte a donde voy. Es a mí mismo a quien estoy buscando. Es hacia ahí donde estoy corriendo – casi desesperado – para no abandonarme. Pero en esa carrera, también busco y encuentro los resultados que otros  han dejado de sus propias búsquedas y corridas. Porque en esos escenarios, a veces sublimes, a veces de luchas sin piedad, es donde se cuece eso que llamamos arte. Así como la vida es consecuencia del agua, el arte necesita vida. Pero el arte es necesariamente también, una consecuencia del fuego.
En ese camino de pensar y pensarme, mirar y mirarme, también recojo todo aquello que han dejado los que me han antecedido en este ejercicio y  batalla temporal. Pero no es el arte a dónde he llegado. Solo he buscado en él respuestas inefables que expliquen los absurdos sociales que arrinconan a diario a las personas.
Otros elijen otros  caminos para sobrevivir. En mi caso, recupero mi condición en ese  mundo incongruente, cargado de mensajes y leyendas de vida. Es donde se aprende la historia de la condición humana. Es donde aprendí a vivir. Es lo  que me ha dejado respirar todo este tiempo. Y el que vendrá.  


***





Foto de autor desconocido. Se  agradece la información para consignar. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por venir y dejar tu marca