Este
ha sido el lema y motor principal en casi toda la vida que llevo recorrida. Y
seguirá siendo el mismo seguramente hasta el final. Nada tiene más adrenalina
que los hechos del pensamiento que se
cuecen en los huecos de la sociedad, en los espacio abiertos y cerrados, claros
y oscuros de la una ciudad, un pueblo o una pequeña villa. Todo lo que ocurre
en la vida de las gentes, es casi una droga a la que no me he podido sustraer.
Hoy
es común en las redes que la gente viva pendiente de lo que hacen los otros.
Pero eso es voyerismo, entusiasmo por fisgonear, ser espectador del deseo
irracional de los otros por mostrar sus aspectos más íntimos. A mí lo que me moviliza
no es eso. No es ver un culo o una instancia miserable en la vida de un ser
humano. La sociedad, el conjunto de humanos que se mueve por diversas partes
del mundo, producen cosas, hechos, acciones, vida y pensamiento. Eso es lo que
me atrae y no me lo quiero perder.
Escribirlo, describirlo, contarlo, fotografiarlo,
dibujarlo y comentarlo con otros igualmente interesados como yo, es el placer
real que me ha movilizado en todos los años. Tengo miles de papeles, papelitos, fotos, dibujos, recortes, grabaciones
y no sé cuántas cosas más de las cosas que le ha ocurrido a la gente de mi
ciudad, de mi país y de otros sitios donde he vivido. Puedo decir que
colecciono acontecimientos humanos. Tanto sea de los buenos acontecimientos
como de los malos. Los recojo, los registro, los pienso, los analizo, los
clasifico y los guardo. A veces ocurre que me olvido de ciertas cosas y… ¡de
pronto…! Me encuentro con algunos de esos registros. Es sorprendente volver a
observar eso que pasó, las cosas que se dijeron, los debates que se generaron y
las ideas que surgieron.
Una
de las cosas más emocionantes, es ver el crecimiento del pensamiento humano.
Porque aunque parezca que no crece, que se queda estanco o retrocede, en
realidad no es cierto. Desafío a cualquier a que vaya a una hemeroteca y busque
en los archivos historias de la sociedad de hace 50 o 100 años atrás. Entonces
verá los cambios abismales que han ocurrido. Lo que no ha cambiado es la
condición humana. Pero ese debate es una historia más larga, empezando por
definir qué es la condición humana.
Solo
quiero decir ahora que haber adoptado
ese lema ha sido la decisión más importante de mi vida. La tomé siendo muy
chico, a los once o doce años. Punto de referencia que indica que para tomar
las grandes decisiones no hace falta ser un erudito sino tener una inquietud,
ser consecuente con ella, ponerle ilusión,
entusiasmo y no importarte cuantos pasos has retrocedido hoy sino
cuantos vas a avanzar mañana.
Ser
bolichero de viernes y sábado a tiempo completo, vivir haciendo pose de galán
extraviado y haciendo gala de experto bebedor de cerveza, me habría dado más éxito con las mujeres. Ser
un individuo formal, bien trajeado, disciplinado en los horarios y en las
normas sociales, me habría dado más éxito en el mundo profesional económico.
Pero no es e so lo mío. A mí me fascina estar atento a LO QUE ESTÁ PASANDO EN EL MUNDO. Porque no hay nada que me movilice
más, que estar con los ojos y la nariz metidos en ese agujero donde algo está
pasando. Por eso también, he pensado algunas veces que mi lema podría ser “PAREN EL MUNDO QUE ME QUIERO SUBIR”, al
revés que el famoso pedido de Mafalda. Aunque para mí, el lema más apropiado quizá sea “DEJENME VER EL MUNDO QUE LO QUIERO
ESCRIBIR”.
***
Foto: Willy Ronis
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