Mientras el sol siga apareciendo cada
mañana, no dudaré un minuto en tocar tu puerta para ir a jugar. Para sacudirte
y sacudirnos. Para desestabilizarte y desestabilizarnos. Para desarmarnos y
armarnos otra vez. Para enredarnos, desenredarnos y volvernos a enredar. Tocar a tu puerta es creer – ciegamente – que
el sol saldrá cada mañana. Y todas las mañanas. Que siempre habrá mañanas. Para
ir a jugar, para ir a buscarte, para encontrarte, para dejarte y no dejarte. Siempre con la certeza que
volveré a tocar la puerta para ir a jugar. Porque el sol saldrá cada mañana,
mientras estés ahí, dispuesta a escuchar el golpe sobre la puerta, para ir
a jugar.
© César Manuel Sarmiento
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San Telmo, 26 de agosto
de 2017
Imagen de autor desconocido tomada de Pinterest. Se
agradece información de autoría para consignarla.
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