¡ENAMÓRATE! ¡ENAMÓRATE!
De alguien, de algo, de alguien.
De alguien, de una causa, de
alguien.
¡Juega! ¡Apuesta! ¡Juega!
Tus fichas, tus cartas, tu vida.
Tus piedras, tus flores.
Tus papeles, tus promesas.
Tu nada, tu todo.
¡ENAMÓRATE! ¡ENAMÓRATE!
Juega todo lo que tienes.
Juega tu alma, tu cuerpo.
Tu pensamiento, tus sentimientos.
Juega esa bolsa de ilusiones
Que llevas encima, dentro o en el
costado.
Juego con todo. A fondo, hasta el
final.
Apuesta lo que te queda de vida.
¡JUEGA! ¡JUEGA!
Hazlo hoy… ¡Ya mismo!
Mañana no es lo mismo.
No es lo mismo.
Puede que lo hayas perdido todo.
Tal vez no te quede resto.
Ni para el lamento ni para el
camino.
Ni para la sed ni la venganza.
Ni el arrepentimiento ni la
vergüenza.
¡ENAMORATE! ¡ENAMÓRATE!
Hazlo hoy… ¡Ya mismo!
Mañana no es lo mismo
No es lo mismo.
Tal vez no te quede nada.
Tal vez deambules como un pescador
sin suerte
Como un guerrero abandonado en el desierto
Sin vara, sin fusil, recordando
proverbios,
Repitiendo consignas lejanas,
vacías, derrotadas.
¡ENAMÓRATE! ¡ENAMÓRATE!
Hazlo hoy… ¡Ya mismo!
Mañana no es lo mismo.
No es lo mismo.
¡Súbete a las urgencias! A tus
urgencias
A las urgencias de lo que amas y a
quien amas.
A las urgencias de quienes te aman.
No te bajes nunca, no descanses nunca.
No abandones nunca, no abandones
nunca.
¡ENAMÓRATE… ENAMÓRATE!
No te detengas… No te detengas.
Por ti. Por tus amores.
Hazlo hoy… ¡Ya mismo!
Mañana no es lo mismo.
No es lo mismo.
© César Manuel Sarmiento
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San Telmo, 25 de agosto de 2017
Imagen: Le Baiser Blottot de Robert Doisneau, 1950.
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