Qué triste es vivir sin intentar decirte que te amo, sin buscarte, sin tener al menos algún indicio del momento en que pueda abrazarte y decirte que la vida está de fiesta cuando vos estás.
Qué
triste es vivir sin intentar. Qué triste es quedarse en el laberinto seco,
circular, anodino y casi muerto de pensar el día, cuando no estás, cuando no
insisto en buscarte, cuando abandono la idea de abrazarte y perderme en
soliloquios de no sé con quién ni por qué.
Qué
triste es todo cuando abandono, no me quejo y miro resignado el día sin
vos.
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Foto: Claudio Dell’Osa.
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