jueves, 17 de febrero de 2022

A CIEGAS

Tu cuerpo, cuando destila sexo, es siempre una brutalidad avasallante. Un campo de batalla, una guerra de la que nadie quiere huir. 

Uno mismo se convierte en un ejército desesperado en el comienzo y agotado al final en su destino. 


Uno mismo se revuelve concentrado en el paraíso irracional. Enredado en su contracción, expansión, contradicción. Feliz en la potencia posible. Expectante de la velocidad. Ausente de racionalidad. Quimérico en la lógica inefable del que no sabe.

 

Uno mismo termina a ciegas, entregado, esperando el rayo, que será de luz o no será.

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Imagen de Małgorzata Sajur


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