miércoles, 8 de septiembre de 2021

POR QUÉ ESCRIBÍ ESTE LIBRO

 

Hay que escribir por el puro placer de escribir. No importa si te leen o si no te leen. Esa no debe ser tu preocupación. Porque en el momento en que lo sea, terminarás escribiendo cualquier basura para que te lean, te sigan, te comenten. Y luego terminarás escribiendo según las indicaciones de los críticos para que los comentarios sean positivos. Y más tarde terminarás escribiendo según te lo pidan para que tu ego se sienta fortificado y la autoestima no se te caiga por el suelo. Cuando consigas todas esas cosas, entonces es probable que seas alguien importante, una de esas personas a las que se tiene en cuenta. Pero es muy probable que no seas un escritor si no un reproductor de ideas ajenas.  

 

Hay que escribir por el puro placer de escribir y porque se tiene la convicción de que hay algo que decir, algo que aportar, compartir. Hay que escribir desde la convicción de que es necesario, hace falta eso que se va a decir. Lo que sea que suceda en el interior de tu vida y no sea evidente, las observaciones a tu alrededor, tus especulaciones sobre la condición humana. Todo se puede escribir y compartir, dejarlo a disposición de los demás. Eso es lo que te llevará a ser un escritor. Perfeccionarás las formas de expresarte para comunicarte mejor, incluso contigo mismo. Porque cuando escribes, también te estás contando a ti mismo, te estás narrando tu propio relato, ese que no puedes ver o no es tan fácil de ver.

 

Estos párrafos previos, los escribí para mí, para leerlos y releerlos en los momentos en que parece que todo está perdido. Porque en esto de escribir, hay que reconocer que se hace en la más absoluta soledad. Es una acción individual e intransferible. Con frecuencia se escribe para que la tristeza no sea tanta o sea más llevadera. Un trabajo arduo de interpelarse, de observar y observarse dentro de lo que se está observando. A veces también escribimos o pensamos que escribimos la vida que no tenemos. De cualquier modo, al escribir, en ese tiempo previo a la escritura, mientras se acomodan palabras y pensamiento, somos parte de la historia. Y todo el tiempo posterior, mientras el texto da vueltas en la cabeza, también es una forma de vida o de vivir eso que escribimos. Las relaciones entre escritura, realidad y el que escribe siempre están en litigio y los límites son líquidos y traslúcidos. Esa es la ventaja y ese es el problema.

 

Lo cierto – insisto – es que todo esto, está hecho en la más absoluta soledad. No me pesa. Pero en ciertas ocasiones me siento abatido, desganado, como si las motivaciones hubieran huido. Cuando ocurre, tengo una sensación extraña. No es tristeza ni desolación o sentimiento de algún tipo, que pudiera sospechar que se trata de la soledad del desafío. Porque esto de escribir, es una aventura marcada por la palabra desafío en primer lugar.  

 

A la soledad siempre la percibí de una manera extraña. Son los días tensos, de andar preocupado y con un silbido de angustia interior.  Porque la soledad es cuando no estás ni contigo mismo.

 

Esto de escribir en medio del desierto de la indiferencia humana, en medio de las vaguedades urbanas y las banalidades sociales, es una tarea compleja que se hace llevadera (y hasta placentera) por el simple juego con las palabras, por el placer de intercambiar sonidos y letras para que produzcan tal o cual efecto. Siempre teniendo como único elemento de prueba tu propia percepción y tus propios sentimientos que, en definitiva, son el diapasón que utiliza el alma para entonar y después cantar.

 

En esos momentos complicados, en los que tampoco hay compensaciones económicas para satisfacciones materiales, hay que buscar dentro de uno mismo para encontrar la proa. No alcanzan las teorías ni el manual de “buenas prácticas”. Hay que apelar a otra cosa. Pero esa otra cosa no son pócimas ni alentadoras ni motivadoras. Esa otra cosa está dentro de cada uno. En mi caso, recuperé el final del prólogo del libro Crónica de un Amor Intenso: “El asunto es que estoy atrapado, comprometido, con un amor, cuya única forma de que no se muera, es que yo escriba”. Luego ya no había soledad ni desamparo. Ella estaba ahí, entre la escritura, la vida y el sentimiento. Había una causa que merecía la pena. Así surgió este libro. 

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Disponible en Amazon 

\ Ω /  Primera edición digital \ Ω /

\ Ω /   Imagen y realización de portada Mariano Sarmiento Viñals \ Ω /

\ Ω / En diseño y edición editorial, Paula Sarmiento Viñals  \ Ω /

\ Ω /  Los trabajos finalizaron en el mes de mayo de 2021 \ Ω /



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