A veces la he visto… ¡Cómo decirlo!
La he visto tan solitaria junto a mí, apoyando
detrás de mí,
En más ocasiones delante de mí. Marcando el
camino.
A veces la he visto… ¡Cómo decirlo!
La he visto tan solitaria que he sentido frío
He corrido a abrazarla. Entonces se ha hecho un
ovillo junto a mí.
Es tan heroica su vigilia, su persistencia, su
insistencia,
Es tan férrea su marca, su decisión, su impulso,
su sentencia.
La poesía por encima de la vida misma, de los
avatares nobles o canallas.
Conmueve su figura solitaria transmutada en
ejército invencible.
Es tan hermosamente bella en ese combate,
Es tan fragua de ilusiones y quimeras,
Es tan fuego condensado de imaginación y
audacia,
Es tan libre en la pelea cotidiana y en los grandes
desafíos.
Es tan sorprendente su aparente soledad.
La he visto… ¡Cómo decirlo!
En el tumulto de las cosas. Mezclada en las
batallas de los días.
Su figura recortada claramente en la multitud.
En trazos profundos, finos y brillantes, gruesos
y opacos.
Líneas de luz propia. Como una señal entre los
anónimos.
La he visto… ¡Cómo decirlo!
Traspasar el tiempo en puntas de pie, dejando
huellas de pasos firmes.
Dejando su marca por la casa, en mi memoria, en
mis pasos perdidos.
Entretejiendo dudas y pesares con camino y
horizonte.
Amamantando las horas de valor, decisión y
pasiones.
La he visto... Un atardecer de domingo
La he visto... ¡Y lo digo!
Besar la vida para que se le enciendan los ojos
Nos alumbre a todos.
Y nos cobije.
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