viernes, 13 de enero de 2023

SI LA QUIERES VER

A ella tienes que darle poesía.
Tienes que colocar poesía en algunos recipientes.
Tal vez en pequeñas vasijas rellenas de frases y palabras.
Quizá en almendreros levemente hondos con trocitos de versos.
Esparcir la poesía como diminutas lagunas de agua fresca.
Repartirlas como bebederos por el espacio vital.
Dispersar el contenido por todo el lugar y dejar que largue su olor.

Ella vendrá a calmar su sed.
Igual que los pájaros de vuelo libre.
Esos que van de aquí para allá en el campo.
Buscan sosiego en las sombras del caldén, el algarrobo y el chañar.
O se entreveran en los aromos en floración.
Buscan el agua fresca que deja el rocío y no ha matado el sol.
Así calman su sed. Luego vuelven a volar.
En vuelos rasantes, en ascensos inesperados y en picadas imprevistas.
Ella es igual en las primeras horas de la mañana y en las últimas de la tarde.

Si la quieres ver, sentir su vuelo.
Esperar…  Esperarla e imaginar que se posará cerca de ti
Solo tienes que poner algo de poesía.
En pequeños cántaros y cuencos
Debidamente repartidos por el lugar.
Para que pueda calmar su sed.
Ella es un pájaro libre que bebe poesía en pequeños sorbos y alguna vez, quizá un par de tragos. No más.
Deja la poesía esparcida por el lugar.
Nunca a pleno sol. Mejor bajo una enramada.
Solo así la verás de cerca. Sentirás su proximidad. 
La verás feliz.
Luego de calmar su sed.
A veces silva y encadena armonías.
Solo para romper la monotonía de la llanura
Es solo música que le brota del poema
Que se acaba de llevar.

Ella es como un pájaro libre que vuela como mujer.

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Ilustración de Vittorio Giardino


 

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