jueves, 5 de marzo de 2020

SOLO SE TRATA DE COINCIDIR


No sólo hay que saber decir sino mejor en qué momento decir. De nada sirve un pensamiento brillante en el centro del sol ardiendo, cuando una simple chispa en la oscuridad, indicará el rumbo posible para encontrar lo que se busca, que tal vez sea el mismo sol, que ha calcinado la idea brillante.
La quimera de todo escritor, es encontrar el momento justo en que su escritura tenga el impacto con la que fue pensada. Ningún escritor en serio, escribe para adormecer el pensamiento y la sensibilidad de sus congéneres. Tampoco busca empatía, su ego no se lo permite. Lo que persigue es el impacto en el otro. Y que ese impacto sea visible, que él mismo lo pueda comprobar. Solo así disfrutará de la segunda parte de esa satisfacción general que es la escritura. Escribir y el posterior impacto son clave, para todo el que se dedique a escribir en serio.
Pero las cosas no siempre coinciden. A veces el impacto se produce un siglo después de la existencia del escritor. A veces el azar es generoso con la banalidad y le otorga al escritor el beneficio del impacto, aunque sea momentáneo o que dure un poco más. Tal vez el mismo espacio de tiempo mientras vive. Y luego todo se disipe y se diluya sin resistencia en la niebla de los pensamientos confusos o en las ideas injustamente condenadas al olvido.
Esto de escribir no siempre se da al gusto de todos. Ni de los que leen o esperan leer lo que quisieran escribir, ni de los que escriben y esperan encontrar a los lectores que a ellos mismos les gustaría ser.
Por eso a veces hay sorpresa en las reacciones de los otros. Tanto si hay apatía como si hay complicidad. Y no digo lo que sucede si hay coincidencia emocional, porque eso ya es el paraíso para quien ha  escrito lo que haya escrito.
No siempre hay coincidencias… Pero lo que se busca afanosamente es alguna  coincidencia,  complicidad o simbiosis total entre el que escribe y el que lee. Porque en ambos ejercicios siempre hay algún tipo de complicidad.
Los que escribimos, en realidad nos estamos leyendo, estamos poniendo en grafía lo que estamos leyendo de nuestro pensamiento, que siempre es mucho más amplio y profundo de lo que atinamos a leer imaginariamente en nuestra mente, en esas fracciones de segundos a veces discontinuas, a veces seguidas y alteradas por la urgencia de querer recordar lo que estamos leyendo de nosotros mismos.
Los que leemos, en realidad nos estamos mimetizando con lo narrado y hasta asumimos el rol de los personajes que protagonizan el relato. Leemos hablando internamente, le asignamos tonalidad, colorido y hasta le damos coloratura a las voces de los personajes, los  intuimos, completamos la apariencia del personaje, más allá de la descripción que haya puesto el escritor.  Y  cuando no  hay personajes y el texto discurre en clave  poética, sin definir al personaje, es muy probable que  nos sumemos a la aventura de ser nosotros mismos los que vivimos eso que se cuenta. Cuántas veces al finalizar un poema pensamos que algo de eso nos pasó a nosotros o nos gustaría que nos pase o encontramos la clave de lo que nos está sucediendo.
Al final, en esto de escribir y de leer, se trata de coincidir. Toda la teoría termina resumiéndose en ese verbo proveniente del latín formado por el verbo “incidiré”  - que significa “ocurrir”, “caer en”  - y el prefijo “co”.  Algo así como que nos ocurren las mismas cosas o caemos o estamos en el mismo estado y lugar.
Pero que en nuestro idioma, la palabra da lugar para referirnos a varias ideas afines. Porque coincidir  también es “concordar” o “estar en conformidad”.  Pero en literatura creo que las acepciones que mejor se prestan son las de “acoplarse o encajar con el otro”. Porque como digo, en esto de escribir y leer tiene que haber siempre una complicidad entre las partes.  Pero coincidir también puede ser usado como “Convenir o estar de acuerdo”. 
Por lo tanto creo que en este proceso de escribir y leer un mismo texto, hay siempre una decisión de Convenir y Acoplarse uno con otro, para que el tiempo, el momento, la circunstancia y la impronta de las ideas y sus personajes, se den en diferentes tiempos pero con igual sentido e intensidad como fueron escritas y necesitan ser leídas.
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