jueves, 20 de febrero de 2020

TODO PASARÁ Y DE TODO TAMBIÉN


La foto es toda una parábola sobre Crónica de un Amor Intenso y Te Besaré a Quemarropa. El primero lo acabo de publicar y el segundo lo será dentro de poco. Los he escrito, es cierto. También y por suerte los he vivido. Ahora que están terminados y uno de ellos publicado, no puedo sustraerme al hecho ceremonial. Todo libro tiene su bautismo y ellos por ahora solo tendrán acta de nacimiento. Será este texto. Las fiestas quizá ocurran algunos días más adelante, en lugares diversos y distantes, cuando cada uno los lea, los disfrute y los comparta.
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Los he puesto en este mundo urbano que imagino como un bosque, que puede ser verde, fresco, amplio y generoso o puede ser áspero, inhóspito y  hasta tóxico. Yo anduve lo mío y los libros andarán ahora lo suyo. Les he puesto una escalera grande y alta para que lleguen lo más lejos que puedan en ese bosque.
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Me he ubicado al pie de esa escalera porque soy el que los va a impulsar, pero no subirá con ellos. Solo aportaré lo mejor de mí, para que sigan adelante. Y mi presencia ahora será esa de estar y no estar, que se me vea y que no se me vea. Será algo así como dejarse sentir, pero no ser la presencia absoluta. Nunca me gustaron los protagonismos y menos los excluyentes. Por eso me ubicaré en el trasluz. Quizá sea una forma inconsciente de protegerme de los comentarios jodidos o el ninguneo. No lo sé. Y tampoco lo averiguaré. Mi plan tiene otras ocupaciones.
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La decisión de publicar implica exponerse a los comentarios buenos y malos, a los dedos para arriba y para abajo, a los dedos índices rectos o retorcidos, a los que acusan, a los que te interrogan o te señalan sorprendidos, porque no encuentran concordancia entre lo que leen y quien dice que lo escribió.
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La decisión de publicar también me deja a merced de la respuesta tardía, al halago de circunstancia y al mensaje aséptico “Te deseo suerte”. Y también debe entrar en el cálculo de probabilidades, el silencio absoluto.
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La decisión de publicar me cargará de símbolos. Porque la sociedad en la que vivo – por su realidad e historia cultural – tiene códigos, definiciones y lecturas determinadas sobre la literatura, la poesía, los que escriben y los poetas. La decisión de publicar implica aceptar ese riesgo de ser incluido en algunos estereotipos, en clasificaciones que tal vez no comparta. Pero la decisión de publicar también es la voluntad de enviar un mensaje distinto a todas esas concepciones definitorias.
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También habrá sorpresas buenas, comentarios generosos y auténticos de gente conocida y de gente que no conoces. O expresiones favorables al libro y de aliento para seguir escribiendo de gente que no te lo esperas.
Quizás aparezca un músico que elija una de esos textos y los convierta en letras de un tema musical que se le acaba de ocurrir. Es posible que un día me sorprenda, porque alguien con una excelente voz, decida armar un recital con alguno de los poemas de ambos libros. Pero tal vez nada de eso suceda y se den otras circunstancias.
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La única certeza que tengo, es que los libros no serán confinados al silencio ni tendrán lugar en el baúl de las cosas innecesarias, banales y superfluas. Ambos libros contienen textos que quizá en el tiempo se conviertan en palabras anónimas porque no se registre quien las escribió. No sería justo, pero tampoco es una condena. Porque lo que he escrito, lleva como primeras consignas la de ser leído, sentido, pensado,   reflexionado y divulgado. Sobre todo divulgado. Porque lo que no se difunde, se comunica, muere lentamente de muerte injusta. Y en este caso, es más importante la palabra, el verbo, la frase y sus entornos, antes que el autor. 
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Todo pasará y de todo pasará. Y yo seguiré escribiendo tal como dice el poema Escribiré de Crónica de un Amor Intenso. Esa es mi única y auténtica realidad.    






Foto: sarmiento-cms / el jinete imaginario

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